Habían quedado a las 22:00 en la parada de autobús que ambos conocían, él siempre llegaba tarde y en esta ocasión no iba a ser distinto, no había cambiado la hora y su tardanza aún fue mayor, sin embargo ella siempre le esperaba, y como no, a las 23:14 seguía sentada en aquella marquesina céntrica donde el ritmo ajetreado de los transeúntes le hacían despistarse a la vez que desesperarse.
Con un disculpa por llegar tarde ante un público calmado pensó que evitaría lo que acabaría.
- He estado esperando más de una hora, me siento estúpida o me haces sentir estúpida mirando en el reflejo de aquella tienda que sigo aquí, parada, como si nada y lo único que pretendía conseguir con ese ''detalle'' era que me trajeras un ramo, me suplicaras que te perdonara porque eres un desastre y después me abrazaras, pero no, sabías que estaría y que hasta que no tirases de mi collar no caminaría.
- Vamos, no te pongas así ahora, ya he llegado, tarde, pero he llegado, no creo que sea para tanto, como eres, ¡siempre exagerando todo lo que hago!
- Vas...
- ¿Qué?
- Que yo no voy, me quedo aquí, si he esperado era para decirte que simplemente me mantenía con la mirada fija, la mente en blanco y con una tormenta de sensaciones revueltas, para tener el valor de decirte que se acabó, no volverás a verme desde lejos, ni de cerca, simplemente no lo harás, bueno...no más que ahora, porque hasta que he tomado esta decisión no he sido capaz de comprender que habías conseguido que no tuviera ni un misero reflejo en cualquier cristal ocular de todo este teatro lleno de animales.
Así que ahora largo, huele el rastro de otros, no me voy a bañar en perfume para que seas capaz de encontrarme.
