Y me he llenado la cara de chocolate con una palmera por hacer el lelo con una foto, todo para que salga fatal, y he dormido 2 horas y he soñado, aunque no fuera la hora de la siesta.
He soñado con una coca-cola enorme y a mí la coca-cola no me gusta, a mi me gusta el ron con un poco de color, el color de sus ojos, que los míos son verdosos.
La susodicha palmera me ha empalagado de tal forma, que he dicho hasta aquí, ya no habrá más bollería en mi cocina, que yo soy más de salado. Nunca me han gustado las tartas, solo la de queso con frambuesa o arándanos.
Soy mujer y la naturaleza me afecta, tengo exámenes y no quiero estudiar, lo típico de ''hacer nada cuando tienes que hacer de todo'' y de todo me apetecería hacer, y un té tampoco me importaría tomar a las 5, pero por dormilona ya no llego.
Y recibes la llamada de las 9 que te dice ''hoy es día de tomar cerveza'' y no puedes compartirla, aunque te mueres de ganas por aquel botellín, y te aguantas y te esperas al fin de semana que el jueves llega pronto y la sangría tiene buen color, más colorado, más saludable, no como su amiga la del barril que además en Zaragoza las tiran que dan pena, y parece que bebas orín de perro.
Y ahora tengo la mesa llena de pingos y la cabeza bien puesta, encima de los hombros, con mi cinturón me la he atado y de ahí ya no se mueve.
Y me pongo a llorar por pensar, en el té, en la cerveza, en la sangría, en la coca-cola y acabo dándome un cabezazo contra mi mesa de madera de cuarto de niña quinceañera, sin contar las repetidas veces que mi enemiga la horquilla me ha pellizcado en los dedos, que eso es ser de torpes, pero es que yo pagaría un seguro médico de 100 euros por el riesgo de hacerme daño, para que se cure todo más rápido, aunque de momento no haya nada que curar, sino que celebrar.
He soñado con una coca-cola enorme y a mí la coca-cola no me gusta, a mi me gusta el ron con un poco de color, el color de sus ojos, que los míos son verdosos.
La susodicha palmera me ha empalagado de tal forma, que he dicho hasta aquí, ya no habrá más bollería en mi cocina, que yo soy más de salado. Nunca me han gustado las tartas, solo la de queso con frambuesa o arándanos.
Soy mujer y la naturaleza me afecta, tengo exámenes y no quiero estudiar, lo típico de ''hacer nada cuando tienes que hacer de todo'' y de todo me apetecería hacer, y un té tampoco me importaría tomar a las 5, pero por dormilona ya no llego.
Y recibes la llamada de las 9 que te dice ''hoy es día de tomar cerveza'' y no puedes compartirla, aunque te mueres de ganas por aquel botellín, y te aguantas y te esperas al fin de semana que el jueves llega pronto y la sangría tiene buen color, más colorado, más saludable, no como su amiga la del barril que además en Zaragoza las tiran que dan pena, y parece que bebas orín de perro.
Y ahora tengo la mesa llena de pingos y la cabeza bien puesta, encima de los hombros, con mi cinturón me la he atado y de ahí ya no se mueve.
Y me pongo a llorar por pensar, en el té, en la cerveza, en la sangría, en la coca-cola y acabo dándome un cabezazo contra mi mesa de madera de cuarto de niña quinceañera, sin contar las repetidas veces que mi enemiga la horquilla me ha pellizcado en los dedos, que eso es ser de torpes, pero es que yo pagaría un seguro médico de 100 euros por el riesgo de hacerme daño, para que se cure todo más rápido, aunque de momento no haya nada que curar, sino que celebrar.
http://www.youtube.com/watch?v=8j6YVAxYXbw
1 comentario:
Es que la tarta de queso con arándanos es la mejor del mundo, tiene que gustarte aunque el resto de tartas no te gusten nada de nada.
miau
en
moto
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